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Nací con una extraña neuropatía motora y sensorial hereditaria y degenerativa llamada Charcot-Marie-Tooth (CMT), un trastorno del sistema nervioso periférico que se caracteriza por la pérdida progresiva de tejido muscular y sensación táctil en varias partes del cuerpo. Recién a los 12 años de edad, me diagnosticaron Charcot-Marie-Tooth y, durante los siguientes 22 años, enfrenté grandes desafíos debido a esta enfermedad y el consumo prohibido de cannabis.

Más adelante, también me diagnosticaron escoliosis, artritis y enfermedad degenerativa de disco. Sufría entumecimiento y pérdida sensación, pérdida de tejido muscular, extrema fatiga, temblores en las manos, hipersensibilidad al frío y desmayos debido al intenso dolor. Existían algunas actividades que no valoraba, como usar tacos altos, correr, saltar, trepar, hacer snowboard, esquiar, abrocharme una camisa o los pantalones, encender una lámpara, dormir durante toda la noche sin despertarme varias veces con dolor insoportable, pintar, escribir, sujetar o abrir una lata o botella de alguna bebida, sostener un lápiz, usar rímel, y prácticamente cualquier acción que requiriera el uso de mis manos, pies, piernas y brazos… Tuve que ajustarme para superar todos estos desafíos durante los últimos 22 años.

Y, obviamente, con todo esto viene la depresión.

Después de que me diagnosticaron Charcot Marie Tooth, me recetaron medicamentos para ayudar a controlar el dolor. Los medicamentos me ayudaban a aliviar el dolor durante un breve período, pero provocaban efectos secundarios y no servían para tratar muchos otros síntomas que padecía. Además, tomaba ibuprofeno todos los días. Todos estos medicamentos ocasionaron efectos secundarios adversos, como daño en los órganos, que me asustaron e hicieron pensar que debería existir una mejor forma de superar esto.

Cuando era adolescente, probé el cannabis, que me ayudó con la mayoría de los síntomas, y no se observaron efectos secundarios negativos. Sin embargo, los médicos que me trataban no estaban a favor del uso de cannabis, ya que es ilegal en Tennessee, el estado donde resido. Pon ende, continué tomando los medicamentos que me recetaron hasta 2014, cuando recibí resultados de estudios que sabía que no habían salido bien. Aunque no esperaba que salieran tan mal:

Hallazgos:
Los estudios sensoriales sural, ulnar y mediano derecho no muestran respuesta. Los estudios motrices del nervio peroneo, ulnar y mediano derecho muestran latencia distal muy prolongada, amplitud reducida y ralentización uniforme con velocidades de conducción principalmente en el rango de 12 a 14 m/s. Se consideró una electromiografía (EMG) con agujas, aunque no pareció ser útil en el caso de esta paciente, debido a la especificidad de estos hallazgos.

Interpretación:
Este estudio anormal muestra evidencia electrodiagnóstica de una polineuropatía desmielinizante sensitivomotora severa con ralentización uniforme. Esto es consistente con el diagnóstico de Charcot-Marie-Tooth, uno de los subtipos con dismielinización uniforme. Se observa que muchos pacientes con CMT 1A tienen velocidades de conducción en el rango bajo de 20 m/s, y, a pesar de que el rango de 12 a 14 m/s no es muy común, se informaron casos de tan solo 7 m/s en CMT 1A. También son posibles otros subtipos de CMT 1, y mucho más probables que una forma adquirida de polineuropatía desmielinizante.

Después de recibir este informe y reflexionar sobre mi vida y cómo había aceptado lo que los médicos me habían estado diciendo durante más de una década: “no puedes consumir cannabis porque es ilegal” y “no hay nada que se pueda hacer para detener o revertir el daño”, decidí dejar de consultar a esos médicos y consumir cannabis medicinal, porque sabía de primera mano que ayudaba. Además, no experimenté ningún efecto secundario malo a causa del cannabis.

Sabía que si seguía ingiriendo los productos farmacéuticos que estaba consumiendo, moriría mucho antes de lo que debería.

Cuando comencé a usar productos con alto contenido de CBD, comencé con 50 mg de CBD de espectro completo [aceite] 2 veces al día. Eventualmente, agregué una sesión de vaporización de 4:1 (CBD:THC) 6 veces al día. Observé algunos beneficios, pero decidí aumentar la cantidad de CBD de manera gradual en mi régimen diario.

Actualmente, consumo 75 mg de un extracto de aceite con alto contenido de CBD de espectro completo 3 veces al día. Además, consumo un cartucho de aceite de cannabis de 1:1 CBD:THC de manera intermitente durante todo el día (8 a 10 veces) y un cartucho de aceite de cannabis de 18:1 CBD:THC 3 veces al día. En este momento de mi vida, siento que este es el mejor tratamiento para mí. Además, uso una barra de 1:1 para el dolor cuando me duelen las articulaciones o los músculos, en especial luego de largos viajes o en otras instancias en las que estoy parada o sentada por períodos prolongados.

Según mi propia experiencia, creo firmemente que el CBD necesita THC para que sea lo más eficaz posible. Descubrí que una mayor concentración de CBD con menor concentración de THC es una mejor opción para mí. Las bajas concentraciones de CBD y el CBD solo no son tan eficaces o beneficiales como los medicamentos con alto contenido de CBD con una cantidad moderadamente baja de THC.

Durante los últimos 4 años, mientras consumía CBD y THC, no experimenté ningún episodio de dolor intenso y demoledor por la noche o en ningún otro momento. Mis manos no tiemblan tanto, mis pies parecen tener más sensibilidad, ya no tengo calambres musculares, mi apetito es maravilloso, mi depresión disminuyó radicalmente hasta un punto que ya casi no se nota. Me caigo menos y me siento mucho menos torpe que hace 4 años. Puedo caminar más e, incluso, corro durante períodos breves, puedo volver a saltar y mis tobillos no están tan débiles como hace 4 años. Puedo encender y apagar lámparas y abrir botellas con mayor facilidad, abrocharme camisas y pantalones con mayor facilidad, tranzar mi cabello y pelar una manzana. Duermo durante la noche. El dolor en mi cuerpo disminuyó tanto que casi no existe. Mi piel está mejor, mis dolores de cabeza desaparecieron y el hormigueo ya tampoco existe. Los huesos, las articulaciones y la columna ya no me duelen. Y, cuando sí lo hacen, el CBD y THC alivian el dolor de manera inmediata.

Solo puedo imaginarme qué tan mejor estaría mi salud y sería mi calidad de vida si los médicos que me atendían cuando era una niña me hubieran recomendado CBD y THC en lugar de productos farmacéuticos que no ayudaron a mejorar mi enfermedad durante 22 años de uso, y causaron problemas adicionales debido a efectos secundarios adversos.

Hoy en día, me siento mucho mejor que cuando tomaba productos farmacéuticos recetados. Gracias al cannabis, ya no me siento tan fatigada, puedo concentrarme con mayor facilidad y tengo más energía, soy más productiva y el rendimiento en mi trabajo mejoró, mi memoria es más clara, mis habilidades de superación mejoraron radicalmente y ya no me levanto todas las mañanas sintiéndome como si estuviera cada vez más cerca de tener que usar una silla de ruedas. Ahora, me levando sintiendo que alejo la fecha en que voy a usar esa silla cada vez más.

Tengo planeado hacer otra prueba de EMG en marzo de 2019, la primera desde 2014, para saber si mis mejorías se observan en el estudio, algo que es supuestamente imposible en lo que respecta a la ciencia. Me siento mejor. Veremos si la EMG refleja este milagro.

Espero que mi historia ayude a otras personas a enfrentar desafíos similares. Espero que mi historia ayude a educar a aquellas personas que malinterpretan el cannabis y, al mismo tiempo, ayude a los investigadores a obtener más información sobre el valor terapéutico de esta planta. Finalmente, espero, que mi historia ayude a educar a todos aquellos legisladores que continúan apoyando la prohibición del uso de cannabis.

Durante 20 años, mientras luchada contra una devastadora enfermedad, tuve que romper la ley y recorrer grandes distancias para encontrar y consumir un medicamento natural y seguro. Para mí y muchos otros, prohibir el consumo de cannabis hace que una situación muy difícil sea aún peor. Es difícil no enojarse por este asunto. Creo que el CBD y la planta de cannabis en general podrían ayudar a las personas a tratar muchas enfermedades y muchos trastornos, incluida una enfermedad mental. Creo que podría ser clave para montar una respuesta eficaz a la epidemia de opiáceos y la crisis de fármacos recetados que este país está experimentando actualmente.

Los productos con alto contenido de CBD de alta calidad deberían estar disponibles en la mayor cantidad de tiendas posible para la mayor cantidad de personas posible. Es un medicamento sorprendente y milagroso y continuaré haciendo mi parte para crear conciencia y luchar por la legalización del cannabis, la planta entera, no solo el CBD, porque funciona y salva vidas.


Laura Lucas vive en el este de Tennessee (EE. UU.), donde el cannabis medicinal es ilegal. Es una apasionada exploradora, activista y fotógrafa con un enfoque emprendedor en nutrición, bienestar y diseño.


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