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El Cannabis ha sido un amigo de la humanidad desde antes que la palabra escrita, proporcionando fibra para cordajes y ropa, semillas para nutrición y raíces, hojas y flores para usos rituales y curativos. Durante el período neolítico, nuestros ancestros descubrieron usos para cada parte del Cannabis, que fue uno de los primeros cultivos agrícolas, probablemente el primero que llegó a cultivarse y cosecharse hace unos 12.000 años.

La agricultura, estrictamente hablando, no es un fenómeno natural. Es una expresión de la ingenuidad humana, una invención que ha sido descrita como la base –literalmente el suelo- de la civilización moderna. “El surgimiento de la agricultura fue probablemente uno de los avances más dramáticos e importantes en la historia de la humanidad”, escribe el científico suizo Jürg Gertsch, quien explora las profundas consecuencias de los cambios en la dieta provocados por el cultivo de alimentos en un artículo reciente en el British Journal of Pharmacology, titulado “Fitoquímicos cannabimiméticos en la dieta – ¿un nexo evolutivo a la selección de alimentos y una adaptación al stress metabólico?”

La provocativa tesis de Gertsch es que los desórdenes crónicos del metabolismo, actualmente una pandemia mundial, están enraizados en “un desacuerdo entre los genes ancestrales y las dietas altas en calorías” que siguieron a la introducción de la agricultura. “El proceso evolutivo de muchos millones de años durante los cuales casi todo el cambio genético refleja las circunstancias de vida de nuestros ancestros [fue] de repente destruido” cuando “el cultivo de carbohidratos” suplantó la “dieta de los cazadores recolectores, rica en carne animal”, dice Gertsch, quien mantiene que “la interacción entre la dieta y el sistema endocannabinoide” es clave para entender las crisis de obesidad y diabetes y su remediación potencial.

El sistema endocannabinoide, un sistema de señalización biológico ancestral, regula numerosos procesos fisiológicos, incluyendo la función intestinal, el metabolismo de la glucosa y la respuesta al stress. Un sistema endocannabinoide disfuncional está implicado en patologías intestinales y metabólicas y muchas otras enfermedades. Gertsch discute los diferentes, aunque complementarios, papeles de los receptores cannabinoides —CB1 y CB2— relacionados con la dieta, la digestión y el metabolismo energético.

El Receptor CB1 da

Los receptores CB1 de los mamíferos están concentrados en el cerebro y el sistema nervioso central. También están presentes en las papilas gustativas y el sistema nervioso entérico (el eje intestino-cerebro). El tetrahidrocannabinol (THC), el principal componente psicoactivo de la marihuana, potencia el apetito y la ingestión de alimentos al unirse al receptor CB1 –un fenómeno conocido coloquialmente como “la munchies”. Pero los receptores CB1, como señala Gertsch, “pueden ejercer un efecto paradójico en la ingestión de alimentos”, facilitando la nutrición esencial así como el desequilibrio metabólico.

La señalización del receptor CB1 activa el instinto de mamar del recién nacido. La leche materna está bien dotada de ácido araquidónico, un ladrillo de construcción básico para los compuestos semejantes a la marihuana propios del cerebro, anandamida y 2AG. Estos compuestos cannabinoides endógenos se unen a los mismos receptores celulares –CB1 y CB2– que median muchos de los efectos de la marihuana. Está presente en huevos, carne y productos lácteos, la toma de ácido araquidónico incrementa los niveles de endocannabinoides en diferentes tejidos y es crucial para el desarrollo cerebral pre y post natal.

Los primeros homínidos vivieron una precaria existencia salvaje, requerían de un esfuerzo físico (cazar y recolectar) para sobrevivir. El hambre, las infecciones microbianas, los encuentros traumáticos con predadores, pelear o huir –fueron las señas de identidad del estilo de vida de subsistencia pre agricultural. Dadas las demandas metabólicas de sus cerebros grandes y agotadoras actividades diarias, nuestros ancestros necesitaron consumir alimentos ricos en nutrientes y de densidad energética.

En adición al aumento del sentido del olfato y de estimular el apetito, la señalización del receptor CB1 “puede facilitar la sobrevivencia después de la actividad física excesiva, el estrés y trauma al restaurar la homeóstasis, suprimiendo los recuerdos negativos y la ansiedad a nivel del sistema nervioso central”, escribe Gertsch, que explica que “la activación del receptor CB1 está asociada con el incremento de la ingesta energética y la reducción del gasto energético al controlar rutas neurales”.

Y el CB1 quita

Combinada con riguroso ejercicio aeróbico diario, la dieta de los cazadores recolectores no generaba obesidad, problemas metabólicos o enfermedades cardiovasculares. Pero la dieta alta en grasas de los cazadores recolectores, que servía bien para nuestros ancestros, cambió significativamente con la aparición de la comida cultivada. “El cultivo de carbohidratos incitó la transición dietaria más importante, que perdura hasta el presente”, dice Gertsch. Él mantiene que hay un continuum entre el cultivo de carbohidratos de plantas de antaño y la dieta sobrealmidonada, sobreendulzada y sobreprocesada de occidente.

Granos, carbohidratos, azúcar, alcohol, jarabe de maíz alto en fructosa: Lo que inició como la base de la civilización ha dado vuelta en espiral hacia un mercado masivo de embriaguez con azúcar refinada. “Los carbohidratos de la dieta, alguna vez esenciales para el desarrollo social y cognitivo de los grupos de humanos del paleolítico, gradualmente se convirtió en un factor de estrés metabólico como una función de los índices de glicemia”, explica Gerthsch. “Evidencia epidemiológica señala una pandemia la toxicidad de glucosa inducida por la dieta debido al exceso de ingestión de azúcar”.

El sistema endocannabinoide está profundamente implicado en esta trayectoria poco saludable alrededor del mundo. Unido a motivación y recompensa, la señalización del receptor CB1 alienta el consumo de azúcar al potenciar las respuestas neuronales a sabores dulces. Ha sido demostrado que la activación crónica de los receptores CB1 en ratones causa obesidad relacionada con resistencia a la insulina. Actividad aberrante del receptor CB1 refuerza un bucle de retroalimentación asimétrico: En humanos obesos, se encuentran altos niveles de endocannabinoides en el hígado, páncreas, tejido adiposo y musculatura esquelética, donde contribuyen a la resistencia a la insulina, disminuyen la toma de azúcar, consumo de oxígeno y desórdenes cardiometabólicos.

“La producción y uso excesivo de azúcares puede retratarse en la analogía del impacto nocivo de la primera vez que los humanos destilaron alcohol. La repentina disponibilidad de excesos de azúcares en combinación con grasas en la dieta puede haber llevado a una colisión de genes que evolucionaron para hacer frente a altas demandas energéticas debido a la constante actividad física”, dice Gertsch. “El consumo excesivo de alimentos palatables altamente energéticos sin actividad física contribuye a la obesidad”. Lo cual, a cambio, lleva al síndrome metabólico, la enfermedad cardiaca y otras condiciones degenerativas.

CB2 al rescate

Los receptores cannabinoides CB1 y CB2 juegan diferentes papeles con respecto a la dieta y la nutrición. En estudios animales, la activación del receptor CB2 generalmente causa efectos opuestos a los del CB1. Mientras los receptores CB1 promueven el apetito y el consumo de alimentos, los receptores CB2 tienden a inhibir la ingesta de alimentos1

Expresados primariamente en células inmunes, el tejido adiposo (graso), y el sistema nervioso periférico, los receptores CB2 confieren amplios efectos anti inflamatorios en varios modelos de enfermedad. Notando que la obesidad es una condición inflamatoria de bajo grado, Gertsch discute el papel protector de los receptores CB2 en las malignidades metabólicas inducidas por la dieta”. La investigación preclínica indica que la actividad de los receptores CB2 puede prevenir o mejorar las neuropatías periféricas asociadas a diabetes y la obesidad pro inflamatoria. La señalización de receptores CB2 también es protectora contra el daño cerebral de infartos, conmociones cerebrales y enfermedades neurodegenerativas.

Gertsch sugiere que el contemporáneo “desacuerdo entre genes ancestrales y dietas altas en calorías” puede reconciliarse en parte por la capacidad del CB2 para mediar los efectos de los metabolitos secundarios de la planta (terpenos, flavonoides y otros compuestos polifenólicos) que se encuentran en especias de cocina, hojas verdes y otros vegetales. “Los metabolitos secundarios de la dieta de vegetales y especias son capaces de potenciar la actividad de los receptores CB2 y pueden proporcionar ventajas metabólicas adaptativas y contrarrestar la inflamación”, reporta Gertsch.

El beta-cariofileno (BCP), por ejemplo es visto ubicuamente como el terpeno aromático presente en muchas especias (pimienta negra, clavos, romero, etc.) y verdes amargos, así como en numerosas variedades de Cannabis. Este versátil compuesto de la planta transmite significativos beneficios para la salud al activar directamente los receptores CB2 y vía otras rutas moleculares. Se ha demostrado que el BCP estimula la producción de insulina e inhibe el crecimiento tumoral en líneas celulares humanas. Abundante evidencia sugiere que una dieta estable de alimentos ricos en BCP puede prevenir o mitigar la enfermedad de hígado graso a través de canales mediados por el receptor CB2. Comer vegetales de hojas verdes y especias ricas en aceites esenciales “puede contrarrestar el estrés metabólico inducido por la excesiva ingesta de carbohidratos”, advierte Gertsch.

Grasas Saludables, Personas Saludables

Muchos estudios científicos han explorado la unión entre la toma de ácidos grasos poli insaturados (PUFAs) y el sistema endocannabinoide. El ácido graso docosahexaenoico (DHA), un ácido graso omega-3, es el PUFA de cadena larga principal que se encuentra en el cerebro humano. (Los aceites de omega son considerados ácidos grasos “esenciales” porque no pueden ser producidos por el cuerpo en suficientes cantidades y por esto deben ser ingeridos). Dietariamente, el DHA y el ácido eicosapentaenoico (EPA), otro PUFA de larga cadena, soportan la función neurológica, el desarrollo de la retina y la salud general al regular la expresión de los genes del receptor CB1.2 Investigación preclínica ha demostrado que administrar DHA y EPA previene la intolerancia a la glucosa y bajos grados de inflamación de tejido blanco adiposo en ratones obesos.

Los múltiples beneficios para la salud del ácido graso poli insaturado omega-3 —prominente en pescados aceitosos, nueces, lino y semillas de cáñamo, por ejemplo— incluye la prevención de enfermedades del corazón, demencia, proliferación de células con cáncer, resistencia a la insulina y depresión. Bajos niveles de DHA y EPA pueden conducir a envejecimiento prematuro, así como a enfermedad mental. La deficiencia nutricional de omega-3 “suprime las funciones neuronales mediadas por endocannabinoides” y está asociada con enfermedad neuropsiquiátrica, de acuerdo con un reporte de 2011 en Nature Neuroscience. Pacientes con Alzheimer y niños con déficit de atención por desorden de hiperactividad tienden a ser deficientes en ácidos grasos omega-3.

Un balance saludable de ácidos grasos omega-3 y ácidos grasos omega-6 derivados de los granos es fundamental para prevenir y manejar la obesidad y el síndrome metabólico. Pero un radio bien balanceado de ácidos grasos poli insaturados está típicamente ausente en la dieta occidental fuerte en carbohidratos que favorece la ingestión del omega-6 en mayor cantidad a expensas del omega-3. Gertsch sugiere que es posible “reprogramar el metabolismo energético” al incrementar omega 3 y reducir la cantidad de omega-6 en la dieta de alguien: “Generalmente un radio inferior de omega-6 a omega-3 es deseable para reducir el riesgo de muchas enfermedades crónicas de alta prevalencia en la sociedad o sociedades industriales con alto consumo de carbohidratos”.

Un artículo de 2014 por un científico japonés reportó que el radio de ácidos grasos omega-6 a omega-3 influencia cómo los receptores cannabinoides regulan la memoria del miedo. El resultado es que alterando el radio omega-6/omega-3 en la dieta se puede mejorar regímenes de tratamiento para ansiedad y TEPT, así como otros desórdenes metabólicos. Los seres humanos han evolucionado de tal manera que tienen “una avanzada capacidad de digerir y metabolizar dietas altas en grasas” dice Gertsch, quien concluye que una “dieta baja en carbohidratos, alta en grasas debería ser más efectiva contra la obesidad” – Advirtiendo que una dieta alta en grasa debe combinarse con ejercicio físico regular, tal como en los tiempos de los cazadores recolectores días antes de la agricultura.

Dado lo que los científicos saben acerca de la función del sistema endocannabinoide, hay una fuerte base para adoptar una dieta alta en grasas, baja en carbohidratos con cantidades de vegetales frescos y especias, como práctica saludable general y también como remedio para muchas enfermedades.


Martin A. Lee es el director de Project CBD y el autor de Señales de Humo: Una historia social de la Marihuana – Medicinal, recreativa y científica. Derechos Reservados, Project CBD. No puede ser reimpreso sin autorización.


Notas

  1. El THC se une directamente a los receptores CB2 y los activa, pero no tan potentemente como se une a los receptores CB1, los receptores “psicoactivos”.
  2. Cuando se metabolizan, los ácidos grasos producen grandes cantidades de ATP mediado por mitocondrias, la principal fuente de energía para la mayoría de las funciones celulares. Los ácidos grasos son componentes importantes de los fosfolípidos que forman las bicapas fosfolipídicas fuera de las cuales todas las membranas de células y las membranas de las organelas son creadas dentro de las células, tales como la mitocondria y el núcleo. En adición a la modulación de la actividad del receptor cannabinoide, la dieta afecta la fluidez y permeabilidad de la membrana celular, la cual, en cambio, impacta la capacidad de los ácidos grasos para unirse a proteínas para transportar cannabinoides endógenos y cannabinoides de planta a través de la membrana celular y al interior de la célula, en donde activan los receptores nucleares y mitocondriales.

Fuentes

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