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Evidencias científicas muestran que los cannabinoides de la marihuana ralentizan el crecimiento del cáncer, inhiben la formación de nuevas células sanguíneas que alimentan un tumor, y ayudan a sobrellevar el dolor, la fatiga, la nausea y otros efectos secundarios.

Cristina Sánchez, una joven bióloga de la Universidad Complutense de Madrid, estaba estudiando el metabolismo celular cuando encontró algo particular. Había estado cribando células de cáncer cerebral porque crecían más rápido que las líneas celulares normales y eran útiles para propósitos de investigación. Pero las células de cáncer morían cada vez que eran expuestas al tetrahidrocannabinol (THC), el principal ingrediente psicoactivo de la Marihuana.

En lugar de obtener conocimientos sobre cómo funciona la célula, Sánchez se tropezó con las propiedades anti cancerígenas del THC. EN 1998, reportó en un journal de bioquímica europeo que el THC “induce apoptosis [muerte celular] en las células C6 de glioma”, una forma agresiva de cáncer cerebral.

Posteriores estudios revisados por pares en muchos países demostrarían que el THC y otros compuestos derivados de la Marihuana, conocidos como “cannabinoides”, son efectivos no solo para el manejo de los síntomas del cáncer (nausea, dolor, pérdida de apetito, fatiga), sino que también tienen un efecto antitumoral directo.

Un equipo de científicos españoles liderado por Manuel Guzmán llevó a cabo el primer ensayo clínico para evaluar la acción antitumoral del THC en seres humanos. Guzmán administró THC puro por un catéter en los tumores de nueve pacientes hospitalizados con glioblastoma, que habían fallado en su respuesta a las terapias estándar de cáncer cerebral. Los resultados fueron publicados en 2006 en el British Journal of Pharmacology: El tratamiento con THC se asociaba con una reducción significante de la proliferación celular del tumor en cada test practicado.

Por la misma época, científicos de la Universidad de Harvard reportaron que el THC ralentiza el crecimiento de tumores en el cáncer de pulmón común y “reduce significativamente la capacidad de dispersión del cáncer”. Lo que es más, como un misil térmico, el THC selecciona blancos y destruye células tumorales mientras deja indemnes a las células sanas. Las drogas de quimioterapia convencionales, al contrario, son altamente tóxicas; indiscriminadamente dañan el cerebro y el cuerpo.

Hay muchas evidencias, de acuerdo con un reporte en Mini-Reviews in Medical Chemistry, que los cannabinoides “representan una nueva clase de drogas anticáncer que retardan el crecimiento del cáncer, inhiben la angiogénesis [la formación de nuevas células sanguíneas que alimentan un tumor] y la dispersión metastásica de las células cancerígenas”.

El Dr. Sean McAllister, un científico del Pacific Medical Center en San Francisco, ha estado estudiando los compuestos cannabinoides por 10 años en búsqueda del desarrollo de nuevas intervenciones terapéuticas para varios cánceres. Financiado por becas del Instituto Nacional de Salud (y con licencia de la DEA), McAllister descubrió que el cannabidiol (CBD), un compuesto no psicoactivo de la planta de Marihuana, es un potente inhibidor de la proliferación celular, metástasis y crecimiento tumoral en el cáncer de mama.

En 2007, McAllister publicó un resumen detallado de cómo el cannabidiol mata las células de cáncer de mama y destruye tumores malignos al inactivar la expresión del gen ID-1, una proteína que parece jugar un papel protagónico como conductor celular del cáncer.

El gen ID-1 está activo durante el desarrollo embrionario humano, después del cual se apaga y permanece inactivo. Pero en el cáncer de mama y otros tipos de cánceres metastásicos, el gen ID-1 se convierte en activo de nuevo, causando células malignas que invaden y hacen metástasis. “Docenas de cánceres agresivos expresan este gen,” explica McAllister. Postula que el CBD, en virtud de su habilidad para silenciar la expresión de ID-1, puede ser una revolucionaria medicación anti cáncer.

“El cannabidiol ofrece esperanzas de una terapia no tóxica que pueda tratar formas agresivas de cáncer sin ninguno de los efectos secundarios de la quimioterapia”, dice McAllister, quien está buscando apoyo para hacer ensayos clínicos con el compuesto de la marihuana en los pacientes de cáncer de mama.

El laboratorio de McAllister también está analizando cómo trabaja el CBD en combinación con agentes quimioterapéuticos de primera línea. Sus investigaciones demuestran que el cannabidiol, un potente compuesto antitumoral por sí solo, actúa en sinergia con varios fármacos anti cáncer, potenciando su impacto mientras reduce la dosis tóxica necesaria para el máximo efecto.

Investigadores de St. George University en Londres observaron un patrón similar con el THC, que magnificaba la efectividad de las terapias antileucémicos convencionales en estudios preclínicos. El THC y el cannabidiol inducen apoptosis en líneas celulares de leucemia.

En la conferencia anual de verano de la Sociedad Internacional para la Investigación de los Cannabinoides (ICRS, por sus siglas en inglés), llevada a cabo este año en Freiburg, Alemania, 300 científicos de todo el mundo discutieron sus últimos hallazgos, que apuntan a nuevas estrategias de tratamiento para el cáncer y otras enfermedades degenerativas. Los investigadores italianos describen el CBD como “el más efectivo inductor de apoptosis” en el cáncer de próstata. Igual con el cannabidiol y el cáncer de cólon, de acuerdo a investigadores británicos de la Universidad de Lancaster.

Dentro de la comunidad científica médica, el descubrimiento de las propiedades anti tumorales de los cannabinoides está siendo cada vez más reconocido como un avance seminal en la terapéutica del cáncer.


Publicado originalmente en el Daily Beast.


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